lunes, 5 de noviembre de 2012

Un menú misterioso: El vampiro

Asustado y con frenesí se rodeó con las manos la estalactita y las hizo voltear.
Volteaba las manos por la estalactita, cada vez con más rapidez. La lengua se resentía, pero por la fricción la estalactita comenzó a derretirse. Las gotas derretidas se incrustaban en las manos del chico, seguidamente se proyectaban contra el suelo en pequeñas gotitas de cristal.
La puntiaguda forma gélida se derritió y el chico se quedó con un intenso sabor a sangre fresca en la lengua. Se tocó la punta de la lengua suavemente con el dedo índice. Tenía una pequeña herida, de no mucha importancia. Una pequeña herida, roja como la cereza, roja como el corazón y roja como la sangre.

La herida empezó a sanarse sola. El niño sonrió y en la anchura de los labios se creó una plaquita de hielo. Parecía que con cada movimiento expulsara frío de sus entrañas. Ahora no podía mover los labios, se había quedado con una sonrisa compacta e inmóvil. Se lamió los labios y se los volteó con rapidez con su lengua helada y frágil. Al poco rato la fricción hizo su efecto y el hielo desapareció impactando en el asfalto en pequeñas gotas de cristal.
Se notó aliviado y contento sin saber el porqué. Ya no se sentía tan frágil y temeroso. La helada que le agarraba con fuerza el cuerpo desaparecía poco a poco.
Se sintió muy húmedo y mojado, el sudor comenzó a emanar con fuerza de él. El sudor era cálido como el desierto durante el día, Cálido como una calurosa noche de verano; y ese sudor cálido le calentó los labios, le revivió la lengua y lo acaloró por dentro. El hielo desapareció dejando paso a la movilidad absoluta.


Solo y desnudo el chico podía moverse. Recuperaba las fuerzas en todo su cuerpo.
El sudor paró. El frió también lo hizo.Una cálida noche de verano se notó en el ambiente. El aire, seco y compacto impactó en la cara del chiquillo.
Sonrió con fuerza, pues el olor de los labios le había desaparecido por fin. Ya se sentía vivo y libre. Sonrió más ampliamente que nunca dando a mostrar unos enormes dientes, cuya blancura era comparable con el blanco celestial, sólo que él no tenía nada de celestial; de demonio… tal vez. De entre el amasijo de dientes, dos prominentes colmillos le sobresalían de la dentadura de arriba. En su dentadura de abajo ocurría lo mismo. Se palpó el mentón. Lo tenía duro y fuerte. 
(Josiel Reyes. 6º curso).

4 comentarios:

  1. Me parece una historia bastante chula

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  2. Me ha gustado muchísimo. ¡Qué miedo!

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  3. me ha gustado mucho el cuento molaba mucho.

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  4. hola me ha gustado pero hay algunas palabras que no entendemos

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