miércoles, 7 de enero de 2015

El niño y la nieve.

Había una vez un niño que tenía 10 años y vivía en un país muy, muy lejano. Su nombre era Harry.
En el país en el que vivía hacía siempre mucho frío, pero desde que Harry nació, nunca había visto la nieve. El deseo de Navidad de Harry era hacer un muñeco de nieve muy grande, pero como no nevaba ninguna Navidad, nunca había podido hacerlo. Esa navidad, cuando Harry se levantaba cada día, miraba por su ventana a ver si había nevado y se ponía muy triste cuando comprobaba que no había nieve. Entonces miraba al cielo para ver si había nubes que pudieran traer nieve.
Una mañana cuando se levantó y vio que no había nieve se puso más triste que nunca y al mirar al cielo se dio cuenta que había una nube muy grande y se quedó mirándola fijamente y pidió el deseo de que nevara para poder hacer su muñeco de nieve. Esperó y esperó tras la ventana y viendo que no nevaba, se fue a desayunar muy triste.
Cuando salió de su casa miró a la nube y de repente empezaron a caer enormes copos de nieve suaves y blancos como el algodón. Harry no podía creerlo y mientras miraba con los ojos como platos y muy contento, la nieve seguía cayendo más y más hasta que todo se fue cubriendo con un enorme manto blanco.
Entonces Harry se puso a hacer un enorme muñeco de nieve, y una vez que le había dado forma, entró en su casa para poder coger un sombrero, una bufanda, una zanahoria y unos botones para poder hacerle a su muñeco ojos, nariz y boca. De repente, mientras miraba como había quedado su muñeco, el muñeco cobró vida y dijo: “Hola Harry, ¡Feliz Navidad!”
Harry sintió que era la mejor Navidad de su vida.
Nicolas López (5º A)

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