Mi
madre dice que los amigos invisibles no se pueden ver, la verdad es que no se
cansa de decirlo, y de oír mi respuesta, que no suele variar así como así que
es:
-Entonces,
¿cómo es que lo estoy viendo ahora mismo?
Pero
hoy, es diferente, pues, les he visto hablar:
Marcos,
mi amigo invisible se echó a llorar; entonces, nos fuimos al bosque de la
ciudad. Estuvimos todo el día ahí, jugando, hasta que empezó a oscurecer, por tanto
intentamos volver. Bajábamos la última cuesta cuando caí accidentalmente en una
zanja, mi amigo invisible me salvó al encontrar una cuerda y salvarme. Cuando
llegamos a mi casa se lo contamos a mis padres y aunque no se lo creyeron yo
sabía que había pasado porque lo había visto.
(Santiago Martín de la Sierra. 6º curso).
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