Había una vez un lago repleto de agua por el que se peleaban dos poblados. Esos dos poblados se llevaban muy mal desde hacía mucho tiempo. Un poblado decía que toda el agua que tenía ese lago era suya; y el otro decía que no, que era suya. A veces a un chico del poblado le mandaban con un cubo a coger agua del lago y el otro poblado hacía lo mismo. Un día los dos chicos ( Nacho y Jaime) se encontraron e idearon un plan para que los dos poblados se llevasen bien. Los dos niños quedaron para elaborar el plan al día siguiente. Cuando llegaron a sus respectivos poblados los jefes les preguntaron a cada uno si habían visto a algún miembro del otro poblado. Ellos; evidentemente dijeron que no, porque si se enteraban los jefes del poblado que se habían encontrado se podría armar un gran escándalo.
Al día siguiente los dos niños se encontraron en un apartado del bosque que era donde habían quedado. Nacho ( que era el más listo ) dijo:
- ¿Oye, y si nos inventamos varios planes y en una semana volvemos aquí y vemos a ver cual escogemos?
Y así lo hicieron. Allí estaban los dos la semana siguiente con sus planes. Luego probaron a elaborar los dos juntos un plan, y salió bastante mejor que los que habían hecho ellos por su cuenta. Primero, cada chico llevaba al jefe de su poblado al lago y cuando se encontrasen los dos decirles que podrían “ partir ” el lago en dos y cada pueblo tener su parte de agua. Los dos poblados se seguían llevando mal, pero tenían un problema menos.
(Manuel Gómez de Durana)
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