En una fría mañana de invierno, donde la niebla no dejaba ver el paisaje, unos niños andaban jugando por un camino que no conocían bien, andaron y andaron y cuando estaban a punto de sentarse a descansar y preocupados porque no encontraban el camino de vuelta a casa apareció ante ellos un castillo abandonado; se miraron a los ojos y supieron que tenían que entrar rápidamente, mientras avanzaban imaginaban que el castillo estaría habitado por brujas y fantasmas, ¡No se equivocaban!.
De pronto, sin saber cómo, estaban atrapados en una celda. Al mirar descubrieron un duendecillo también atrapado, no sabían si era real o era su imaginación la que les hacía verlo, por el miedo que tenían.
Era el plan de las brujas: Las brujas atrapaban niños que fueran muy listos, ¡y estos lo eran! para robarles toda su sabiduría, porque ellas no eran ni mucho menos inteligentes, sólo lo parecía cuando utilizaban su bola de cristal. Como eran tan malvadas su plan consistía en hacerles pasar a los niños mucho miedo, cuanto más mejor para así poder robar su sabiduría.
Por suerte, los niños eran aprendices de Magos, y pensando en su magia dejaron de tener miedo e hicieron un truco estupendo, y así consiguieron dejar a las brujas atontadas, cogieron las llaves de la celda y pudieron escapar, todo con la ayuda del duende, que decidió marcharse con ellos.
Los niños como no sabían el camino de vuelta a casa construyeron un globo enorme con plásticos y telas que encontraron por allí, y con su magia lo hicieron volar. Y así desde lo alto, volando intentarían buscar el camino de regreso.
Cuando llegaron a casa contaron todo su historia a sus preocupados padres, que no podían creer lo ocurrido, les dieron un gran abrazo y dejaron que el duende se quedara con ellos para siempre. Y ellos prometieron....
....Nunca más jugar por caminos desconocidos!.
Elena Martinez Alfaro.5º A. E.Primaria.
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