Erase
una vez un hombre muy alto, muy alto, tan alto que le llamaban en su pueblo “
El gigante”.
El
hombre gigante era desdichado, por donde iba todo lo destruía. Dormía en una
cama cuyas patas eran tan grandes como el tronco de un árbol, y sus sábanas
eran como las alas de un avión. No había comida suficiente para él y pasaba
mucha hambre.
Vivía
en un pueblo pequeño llamado “Torresviejas”, donde los habitantes eran muy
pequeños y la mayoría se dedicaba a las labores del campo.
Todos
los habitantes del pueblo le querían ayudar porque él ayudaba a las personas
pequeñas en sus trabajos, les araba la tierra en un momento, cogía las frutas
de los árboles en un minuto, pero todo lo que cogía se lo comía, y eso era un
problema.
Todos
los habitantes decidieron reunirse en el ayuntamiento de Torresviejas para ver
como solucionarlo y así que todos sus habitantes estuvieran contentos.
El
alcalde del pueblo tuvo una gran idea construir unos molinos para moler trigo,
como el gigante cogía todo el trigo en un minuto de los campos de los pequeños
habitantes, molían mucho trigo y se hizo millares de panes así ya comía el
gigante y estaban todos contentos, pero ese no era el único problema , estaba
muy triste porque nadie jugaba con él , ya que en los juegos destruía todo,
hasta que tuvieron los niños una idea:
¿Por
qué no nos subimos encima del gigante y nos recorremos y llegamos a las cimas
más altas de las montañas? , no lo pasaremos genial. Y eso hicieron se lo dijeron al gigante y se
puso muy contento, y así fueron todos muy felices.
Hugo González Carmona . 6º curso.